Pedro Rovira Rovira
Enamorado de la Tierra
El abuelo de Pedro Rovira, Francisco Rovira Parellada (1873-1940) era comercial comisionista de vinos a granel y realizaba sus operaciones en plazas, mercados y comercios. La gente decía que era un hombre de palabra, inteligente y honrado. Tuvo tierras propias y también hizo de aparcero de viñedos y campos.
El padre de Pedro Rovira, el señor Jaume Rovira Martí (1901-1968) siguió el buen criterio de su padre y continuó trabajando en el negocio del vino, pero dio un paso más: iba a casas solariegas donde elaboraban vino, recogía muestras y las llevaba a vender. Este sistema, que empezó a utilizarse a partir de 1921, fue el inicio de las cooperativas de vino.
Pedro Rovira Rovira (1940) es heredero del oficio de su padre y la pasión de su abuelo. Se puso un punzón en el bolsillo, cogió su copa y empezó a trabajar, tal y como lo había aprendido en casa. Y prosperó mucho…
Gracias a nuestros antepasados, ahora soy quien soy y tengo todo lo que tengo. Nosotros, como individuos, no somos nada sin ellos. En ocasiones tenemos tendencia a olvidar de dónde venimos, pero debemos agradecer nuestros logros a aquellos que nos precedieron. Mi abuelo y mi padre crearon una herencia muy importante: la solvencia del trabajo bien hecho y la amabilidad, en todos los aspectos de la vida. Mi padre decía: Más vale repartir miel que hiel, y así esparció su legado de buena persona.
EL EFECTO DOMINÓ DE LA MIEL (Nota de la editora)
Me encanta mi trabajo y, especialmente, cuando me trae un ejemplo de persona como el de Pedro Rovira Rovira. No le he pedido llenar este espacio en su libro para dorarle la píldora, porque sé muy bien que a él no le gusta lo más mínimo. Sólo he pedido ese pequeño espacio para agradecer a la vida el hecho de haberlo conocido.
Previsor hasta la médula y trabajador constante y tenaz, reconozco que escribir este libro ha sido un propósito difícil. Sin embargo, ahora que hemos terminado, puedo decir que admiro su capacidad de implicación en el trabajo, desde la visión del telescopio hasta la del microscopio. También me gusta su manera de tener en cuenta a todas las personas que le han ayudado en la vida y su perseverancia para no olvidar a ninguna. Valoro su forma de cuidar el detalle y lo envidio por incansable y paciente. Pedro Rovira Rovira tiene el poder de respirar a fondo para inhalar paciencia y que no se le note nada, sino todo lo contrario, que está cansado de corregir y repasar. En vez de demostrar cansancio, muestra una sonrisa y dice: venga, ya verás que lo haremos rápidamente y quedará precioso nuestro libro, estoy contento.
Puedo asegurar que lo que decían en su casa: “Más vale repartir miel que hiel” ha quedado impreso en sus genes de una manera pegadiza, dulce y valiosa. Esas enseñanzas familiares ya las he hecho mías para siempre.
Son palabras sinceras. Gracias de corazón por tu ejemplo.
Rosa Serra Majem