Alfredo Bermúdez Terrón

Corazón de león
Historia de un gigante de El Bierzo

A través de la ventana del hospital vio pasar trenes que nunca pararon para llevarle de vuelta a casa. Sin embargo, aquel niño estaba decidido a que la realidad desoladora de su enfermedad no truncara los grandes sueños que volaban en su mente, y al convertirse en adulto, demostró que «dentro de su pequeño cuerpo había crecido un gigante». El coraje y la fuerza de la fe que siempre han latido en el corazón de este leonés extraordinario, orgulloso de sus convicciones políticas y morales, que le impulsaron a salir de El Bierzo, licenciarse en Física y Química en Barcelona, y regresar a su tierra para contribuir al bienestar público desde el consistorio y para compartir sus conocimientos como profesor de Bachillerato.

EN POCAS PALABRAS

Soy hombre de pocas palabras y de alguna que otra palabrota. Lo primero se ha acentuado con el paso del tiempo, lo segundo me temo que también. Hay emociones que sólo con un buen taco, dicho en el momento oportuno, se pueden expresar con exactitud. Mis largos silencios y mi firme carácter han ido siempre de la mano de un sentido del humor discreto, irónico y socarrón que desde niño me ha ayudado a afrontar los avatares de la vida. Que nadie se engañe por ver ahora arrugas en mi rostro o escuchar más débil el tono de mi voz, ni se aflija al saber de mi insuficiencia respiratoria. Aquí dentro continúa firme aquel chaval al que la enfermedad inmovilizó durante un tiempo que parecía infinito, tan largo que sus piernas quedaron inútiles e incluso olvidó andar. Si entonces fui capaz de levantarme y aprender a caminar de nuevo, hoy siento aún en lo más hondo el coraje de aquel pequeñajo al que todos llamaban Alfredín.