Dedicado a mis primas Clara, María y Maite, que me decían mentirosa con toda la razón.
“De chico era muy mentiroso y hacía literatura oral con los amigos: cuentos de casas hechizadas, gente que no existía y yo contaba que había visto.”
J.C. Onetti
“La infancia, un territorio irreal y añorado, con sus fronteras indecisas entre lo que es mentira y lo que es verdad, país en el que el lenguaje de los hechos y de las actitudes de los adultos no es comprensible, y esa misma incomprensión sobre el mundo, dota a todo de un hálito de magia. Parece ser que ahí, que en ese país, es donde se forja la doble realidad, esa tensión entre lo real y lo imaginario que afecta al adulto-escritor ya para siempre. Si la escritura es causada por la inhalación de un virus, es seguro que ese virus se encuentra en la infancia.”
Ana Ayuso
De la infancia se ha dicho que es el patrimonio del escritor, creo que fue Salinger, y también que es más larga que la vida (lo dijo Ana María Matute) y Rilke dice que es la patria verdadera.
He dedicado mi vida a las letras y a las palabras. Sé que, cuando uno quiere contar su vida, empieza por la infancia, ese momento donde se forja nuestra capacidad de soñar, de inventar, de imaginar, de ser curiosos para tratar de aprehender los límites de la vida. Por ahí empieza la memoria a montar las piezas del puzzle.
Quisiera dar un consejo útil a todos los que empiecen hoy a construir los recuerdos de su vida por escrito: no se preocupen en absoluto por saber si sus recuerdos son fieles a la realidad o son fruto de su imaginación infantil, que suele poner salsa a los hechos menos relevantes. La infancia no solamente es patria y patrimonio: es el momento privilegiado de la vida donde la imaginación habita sin límites. Los recuerdos, por muy imaginarios que sean, no dejan de formar parte de nuestra vida real.
Rosa Serra
Directora de Memorias Ediciones