Sobre Luis González Vaqué, autor del libro de memorias «El futuro llega enseguida»
Su primera llamada ya me indicó que era una persona cercana porque bromeó desde el primer instante. Este hombre tiene mucha seguridad, -recuerdo que pensé yo. Hizo tres preguntas seguidas a las que yo fui respondiendo con monosílabos afirmativos. ¿Es aquí donde hacen libros de memorias? ¿Podría ayudarme a escribir mis memorias? ¿Podría venir mañana?
Al día siguiente ya estábamos uno frente al otro y él seguía con sus bromas: Ahora respiro tranquilo, vi la noticia que publicó el periódico sobre su empresa y pensé que tendría usted una cola interminable… Usted pensará: este hombre no tiene nada de especial, ¿para qué querrá publicar sus memorias? Yo no pensé eso, yo vi a un hombre inteligente, capaz de reírse de sí mismo, una persona intensa, capaz de vivir profundamente el presente.
Decidió que era mejor tratarnos de usted y me pareció muy bien. Después, a la hora del gin-tonic, nos tuteamos -bromeó. Don Luis siempre sonreía, siempre estaba dispuesto a jugar, experimentar y mantenerse cerca. Desde aquel día nos vimos decenas de veces y no exagero porque Don Luis, Finín (su mujer) y yo hemos hecho 7 libros juntos, pero además me encantaba ir a verlos por el simple hecho de compartir mesa y conversación con ellos.
Cada vez que iba a su casa agarraba “nuestro” libro de memorias y me leía el texto de contraportada en voz alta:
Según parece, mi padre solía animarse más de la cuenta cuando viajaba en tren. Mi madre me contó, que en un viaje de Barcelona a Madrid en coche-cama, el buen hombre se dejó llevar por la pasión y al cabo de nueve meses nací yo. Quizás por eso me fascinan los ferrocarriles, los de verdad y los de juguete. Soy un hombre del sí: cuando me proponen algo, tardo tres décimas de segundo en aceptar. No me miro mucho al espejo, no soy presumido sino tímido y vanidoso. La mejor defensa contra la vanidad es hablar, de modo que, si se tercia, hablo sin parar y casi siempre en broma. Después de enseñarme a hablar deberían haberme enseñado a callar, lo dice un proverbio sioux que tal vez se inventó para mí. Colecciono mis buenos recuerdos y anécdotas, citas, frases hechas y proverbios. A veces lloro en el cine, pero nunca leyendo una novela. En mis tiempos solo se podían elegir tres carreras: Medicina, Ingeniería o Derecho, el resto no era serio. Soy licenciado en Derecho. Con la verdad, tal como la ve un jurista, se llega a Roma. El gran acierto de mi vida ha sido casarme con Finín, ella es mucho mejor que yo.
Acto seguido decía: ¡Pero qué lista es usted! ¿Como es posible que me haya retratado perfectamente en 15 líneas? Lo escribí desde el corazón, pero olvidé la palabra GENEROSO.
Si él leyera este blog me diría: ¡No es para tanto! Pero luego me invitaría a comer y tendríamos una conversación interesante, profunda, desternillante o hilarante, incluso… Confieso que su partida me ha dejado un poco huérfana. Nunca lo sentí como a un padre, pero sí como a un amigo amoroso, abierto y benefactor. Sé que desde el cielo continúa protegiéndome allá donde vaya.
Nuestro encuentro y “nuestro” libro han sido un regalo muy valioso. Él solía usar una cita que decía: “El verdadero enemigo es el olvido.” Nunca lo olvidaré, el futuro ya ha llegado, y yo siempre tendré su amistad. Muchas gracias, Don Luis, Mister Cowboy, Maître Vaqué… Hasta luego.
Rosa Serra Majem
Fundadora y Directora de Memorias Ediciones